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Mientras abordaban el vagón principal, el viejo Rúben pensaba en lo difícil que era ser padre, sobre todo si se es un ex-SIETE /en referencia a la droga llamada COCASEVEN, un derivado de la cocaína y edulcorado con estebia peruana/

Ese refriegue mental se paseaba como una burbuja de aire en las células de Rúben.

Luego, miraba a su hijo y sonreía y su hijo sostenía una palabra en el aire.

Aquel viaje no duraría más de media hora, pero Julián estaba inquieto desde los primeros diez. Se movía en su asiento y se presentaba a cualquier desconocido como Ulián. A lo que algunos, sobre todo jóvenes, lo miraban con recelo y asco. Y su padre, en cada Ulián, sufría como si otra vez lo internaran para dejarlo lejos de la sociedad. Tengo miedo dijo Julián. Cuando el volumen de los parlantes subieron y se escucharon los sonidos de  motores a velocidades que sobrepasaban los 600 km/h. Julián gritó y su padre le tapó la boca y buscó desesperado algo en el bolsillo de su casaca. Julián le mordió la mano a Rúben y éste le entregó una pelotita de goma de color verde. A lo que ulián repitió lotita mamá. Rúben lo miró con ojos vidriosos. lotita repitió y miró la pantalla que estaba más cerca a sus asientos. En la pantalla se reproducía una antigua grabación sobre el mar, antes que construyan el tren de cercanías. Y Rúben recordó o quiso recordar hace cuantos años habían construido esas vías rápidas, pero no pudo. Al mirar de soslayo al asiento de enfrente vio a una joven construyendo una maqueta de arquitectura moderna en su proyector-pantalla. Lo hacía con una gracia sin igual, movía las manos delicadas encima del proyector y luego juntaba las palmas para guardar el archivo. La joven se turbó y apagó su pantalla, fingió que no veía a Rúben. Rúben le miró las piernas y la ingle y luego le miró los senos y llegó a su cara. Ella parecía tener 17 años.

Esa era costumbre en Rúben cuando usaba el tren con Julián, siempre si había oportunidad, tenía que entablar conversación con alguna mujer. Ulián veía la pantalla y apretujaba su pelota de goma. Rúben utilizó el ardid de levantarse y hacer que su proyector pantalla se le cayese. Como era de vidrio reforzado no había problema en que se rompiera.

Hizo resbalar el proyector y fingió no verlo. La joven se percató de ello y presta a ayudar a un hombre mayor lo recogió y se miró en el glass.

El Glassmirror era la última versión de *Lázarus & amp; Nobia asociations* en cuestión de dispositivos móviles y ella se quedó maravillada por esa obra de arte que era como un espejo. Señor, disculpe; su Glassm…se le cayó. Rúben sonrió y la miró a los ojos y ella se ruborizó y le dijo gracias…muchas gracias… ¿a dónde vas? y ella le dijo que iba hasta San Vincent a pasar unas vacaciones cortas. Rúben le dijo que iba también para San Vincent a cerrar unos negocios. Y ella le dijo qué negocios y luego le dijo si podía sentarse a su lado porque quería ver el verde mar. Y Rúben le dijo sí y lo cargó a Julián y lo sentó en el asiento de la joven, a lo que Julián ni se percató que lo movían y dijo lolita y ulián y pantalla papá.

La joven sacó su proyector y extrajo antiguos paisajes marinos. Y luego dijo que no le gustaba utilizar el zoom porque le gustaba imaginar que en el mar aún vivían peces. ¿Peces? cómo peces dijo Rúben. Es una tontería mía dijo la joven y luego sonrió.

Rúben extrajo una memoria-piel de su estuche orgánico para memorias y se la implantó en el brazo y ésta se adhirió como una nueva piel y la información que ahí estaba se mimetizó con él. Ella le dijo que no había visto todavía esas memorias. Él le dijo que trabajaba en Lázarus y que si quería podía conseguirle una. Ella le dijo: ¿trabajas en Lázarus? y él dijo sí y la joven se quedó en silencio y de su proyector sacó un número con la mano izquierda y luego lo puso en el pecho de Rúben. Gracias dijo él, tienes un poliets 5…ya dejaron de fabricarlos hace meses, pero yo también tuve uno. Los poliets se conectaban con tu ropa y podías intercambiar información en cualquier terminal de tus prendas. Sólo bastaba poner la información en alguna parte y listo, ya estaba. Algunos configuraban sus terminales en sus zonas genitales y eso favorecía el amor en las vías rápidas. No estaba prohibido el sexo, sí estaba exhibir la marca. La joven dijo que sí, y luego dijo que la llamase en la noche.

Rúben se turbó y le dijo que no habría problema, y que después si ella quería,  tomarían algo.

Ella le dijo que en San Vincent no había Cream de dogs (Llamada comúnmente Crim, era un compuesto orgánico extraído a través de la defecación de canes modificados) , y Rúben le dijo que conocía un sitio escondido cerca al mar.

La joven se asustó y le dijo: no será peligroso estar cerca del mar de San Vincent. A veces los turciops salen a buscar basura en las orillas, al menos eso me dijeron mis amigos de Bluedunas. Rúben sonrió, es cierto lo de los delfines pero Bluedunas está a dos kilómetros del mar y el sitio que yo te ofrezco está lejos.

Bueno dijo la joven.

Un /ojo/, como se le llamaba a esas microcámaras, estaba delante de la joven. Rúben lo había colocado deliberadamente para obtener toda la información posible. Rúben vio el reloj del vagón y faltaban aproximadamente ocho minutos para llegar, guardó el ojo en su bolsillo izquierdo, toda la información sobre aquella joven ya se había dirigido a su memoria piel y estaba en sus genes, la joven se abalanzó y lo besó frenéticamente, dijo que lo amaba.

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Experto en SEO y posicionamiento web en Google, apasionado por los algoritmos de los motores de búsqueda y analista de marketing cultural.

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